Nos encontramos muchas particiones, espacios reducidos que transmiten sensación opresiva, algo paradójico en una vivienda con vistas al mar.
Abordamos el reto de liberar todo el potencial de la vivienda, abriéndola al mar Mediterraneo y dejando que la luz inunde sus estancias.
Nuestra propuesta ofrece un diseño que juega con la fachada escalonada del edificio, articulando y buscando la máxima amplitud de espacios interiores por medio de largas visuales diagonales interiores y potenciando las privilegiadas vistas al mar al tiempo que busca la también luz exterior.
En la fachada norte se sitúan los dormitorios, con aperturas de fachada de menor tamaño.
Los materiales y colores escogidos dan serenidad al conjunto creando un telón donde se sitúan los muebles de diseño moderno. Únicamente se utilizan tres en toda la vivienda: madera de iroko para carpinterías interiores y exteriores; suelo porcelánico con color y textura de arenisca (similar a la piedra de Santanyí), y blanco para las paredes y cocina.
El resultado habla por si solo de la transformación experimentada y el éxito de la intervención.